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Capítulo 4 "La Bondad Está en Su Lengua"

“Abre su boca con sabiduría,
y hay enseñanza de bondad en su lengua”.
Proverbios 31:26

La forma de hablar es uno de los aspectos más importantes para el matrimonio y para demostrar las características de una mujer piadosa. Satanás nos ha engañado de nuevo a nosotras en el mundo de hoy; “consejeros” y los “expertos matrimoniales” nos dicen que lo que destruye es la falta de comunicación. Cuando busca las Escrituras, ¿qué encuentra que Dios tiene que decir acerca de nuestra forma de hablar? Sígame mientras, juntas, descubrimos la Verdad:

¡No es falta de comunicación! ¡Debemos vigilar cuánto decimos!

Muchas palabras. No sólo no es falta de comunicación lo que causa problemas, pero cuando se habla y se discute mucho, la trasgresión (violar la Leyes de Dios) no puede ser evitada. “En las muchas palabras, la trasgresión es inevitable” (Pr. 10:19).

Guarde silencio. Otros nos dicen que digamos lo que está en nuestras mentes y compartamos lo que pensamos, pero Dios dice: “El hombre prudente guarda silencio” (Pr. 11:12). “El que guarda su boca preserva su vida; el que mucho abre sus labios termina en ruina”(Pr. 13:3).

Cierre sus labios. De hecho, Dios dice que practicamos sabiduría y parecemos sabias cuando no decimos nada. “Aun el necio, cuando calla, es tenido por sabio, cuando cierra los labios, por prudente” (Pr. 17:28). “Cuando ustedes digan “sí”, que sea realmente sí; y, cuando digan “no”, que sea no. Cualquier cosa de más, proviene del maligno” (Mt. 5:37). 

Sin palabra alguna. Dios habla directamente a las mujeres: “Asimismo ustedes, mujeres, estén sujetas a sus maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres al observar ellos su conducta casta y respetuosa” (1Pe. 3:1-2). “…Las mujeres guarden silencio en las iglesias…” (1 Co. 14:34).

Espíritu suave y apacible. Dios encuentra preciosa ante Él a la mujer apacible. ¿Esa es usted? “…la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Esta sí que tiene mucho valor delante de Dios” (1Pet. 3:4 NVI). “Guarda lo que se te ha encomendado, y evita las palabrerías vacías y profanas, y las objeciones de lo que falsamente se llama ciencia, la cual profesándola algunos, se han desviado de la fe” (1Tim. 6:20-21).

¡Dios nos dice que seamos cuidadosas con lo que decimos!

Guarde su boca. ¿Cuántas veces se ha metido en problemas con las palabras que ha dicho? “De la boca del justo brota sabiduría, pero la lengua perversa será cortada” (Pr. 10:31). “Hay quien habla sin tino como golpes de espada, pero la lengua de los sabios sana” (Pr. 12:18). “El que guarda su boca y su lengua, guarda su alma de angustias” (Pr. 21:23).

¿Qué procede de su boca? Esta declaración es clara. Lo que usted dice es muy importante. “Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado” (Mt. 12:37). “No es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre, sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre” Mt. 15:11.  “abandonen también todo esto: enojo, ira, malicia, calumnia y lenguaje obsceno…” (Col. 3:8 NVI).

Ponga atención a sus palabras. Esta Escritura describe dos tipos de esposa. ¿Cuál es usted? “La mujer virtuosa es corona de su marido, pero la que lo avergüenza es como podredumbre en sus huesos” (Pr. 12:4). “El que pone atención a la palabra hallará el bien” (Pr. 16:20).

Dulzura de palabras. Si ha avergonzado a su esposo con lo que ha dicho (a él o acerca de él) o con su actitud hacia él, Dios es fiel para ofrecer una cura. “El corazón alegre es buena medicina, pero el espíritu quebrantado seca los huesos” (Pr. 17:22). “Panal de miel son las palabras agradables, dulces al alma y salud para los huesos” (Pr. 16:24). “La dulzura de palabras aumenta la persuasión” (Pr. 16:21).

Labios justos. ¿Hay alguien que no aprecie una palabra amable? “El agrado de los reyes son los labios justos, y amado será el que hable lo recto” (Pr. 16:13). “Hablen entre ustedes con salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando con su corazón al Señor” (Ef. 5:19).

Deje las cosas de niños. ¿Ha madurado? ¿O todavía es una niña que dice cosas que lastiman a otros? Una de las mentiras más grandes que aprendimos como niñas fue Los palos y piedras pueden romper mis huesos, pero las palabras nunca me harán daño. Probablemente todavía no nos hemos recuperado de algunas de las palabras que nos dijeron cuando éramos niñas. “Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño; pero cuando llegué a ser hombre, dejé las cosas de niños” (1Co. 13:11).

¡Las discusiones y la discordia NO son buenos para ningún matrimonio!

Abandone la riña. La definición de discordia es una lucha prolongada por el poder o la superioridad. “Mejor es un bocado seco y con él tranquilidad, que una casa llena de banquetes con discordia” (Pr. 17:1). (Una casa que tiene niños ruidosos y rebeldes es cualquier cosa menos tranquila. ¡Asegúrese de que sus hijos sean callados y estén bajo su control! Vea “Las Enseñanzas de tu Madre”). “El comienzo del pleito es como el soltar de las aguas; deja, pues, la riña antes de que empiece” (Pr. 17:14). “Los labios del necio provocan riña, y su boca llama a los golpes” (Pr. 18:6).

¿Se complace, o se regocija? “Por eso me complazco en las debilidades, en insultos, en privaciones, en persecuciones y en angustias por amor a Cristo, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2Co. 12:10). Este versículo parece tan increíblemente inalcanzable, pero es algo hacia lo que debemos esforzarnos. Repasemos algunos otros versículos con sus aplicaciones prácticas…

Regocíjense siempre. El primer paso a la victoria es agradecer al Señor por todas las adversidades. “Regocíjense en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocíjense!” (Flp. 4:4). Continúe agradeciéndole a Él ya sea en su mente o en voz alta, según las circunstancias.

Ofendido. “El hermano ofendido es más difícil de ganar que una ciudad fortificada, y los pleitos son como cerrojos de fortaleza” (Pr. 18:19). Por favor no se permita ofenderse por algo que le dijeron o cómo se lo dijeron; más bien escuche con un corazón abierto.

No responda antes de escuchar. “Es una necedad y una vergüenza responder antes de escuchar” (Pr. 18:13 DHH). ¡Cuando interrumpe a quien le está hablando, los temperamentos generalmente se elevan! ¡De nuevo, escuche a quienes que se toman el tiempo para hablarle, siempre escuchando la Verdad.

La Verdad los hará libres. “…y conocerán la Verdad, y la Verdad los hará libres” (Jn. 8:32). A veces es difícil admitir la verdad ante nosotras mismas, y especialmente ante alguien más. ¡Pero una vez que lo intenta, estará de acuerdo en que es la experiencia más liberadora del mundo! No tema hablar la verdad sobre usted misma; ¡simplemente hágalo!

Ponte de acuerdo pronto con tu adversario. Esté de acuerdo con su esposo y los demás, especialmente cuando estén enojados. “Ponte de acuerdo pronto con tu adversario mientras vas con él por el camino…” (Mt. 5:25). “Honroso es al hombre evitar la contienda, pero no hay necio que no inicie un pleito” (Pr. 20:3 NVI). Usualmente el que está enojado vocifera y delira acerca de algo que es verdad o tiene ciertas bases de verdad en él. Cuando usted es lo suficientemente humilde para ponerse de acuerdo con la otra persona, especialmente cuando esa persona está fuera de control, usted está alcanzando la madurez espiritual.

Vaya otra milla. Después de que ha estado de acuerdo con la otra persona, hay otro paso; debe añadir una bendición al insulto o crítica. “Pero Yo les digo: no resistan al que es malo; antes bien, a cualquiera que te abofetee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. Al que quiera ponerte pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa. Y cualquiera que te obligue a ir un kilómetro, ve con él dos” (Mt. 5:39-41). Esta adición al insulto o crítica también debe ser en forma de un cumplido para el acusador. “...no devolviendo mal por mal o insulto por insulto, sino más bien bendiciendo, porque fuisteis llamados con el propósito de heredar bendición” (1Pe. 3:9).

Esto puede parecer imposible o demasiado increíble para creer; sin embargo, no soy la única mujer que ha tenido que caminar este camino. Muchos de nuestros esposos estaban viviendo con otras mujeres en ese momento. Con esperanza esto la animará a usted. Debe creer que puede hacer lo que las Escrituras están pidiendo, sin importar cómo se pueda sentir.

Confesar nuestros pecados. “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad” (1Jn. 1:9). Confesarse es bueno para el alma; obra en la santificación de nuestra salvación. “Así que, amados míos, tal como siempre han obedecido, no solo en mi presencia, sino ahora mucho más en mi ausencia, ocúpense en su salvación con temor y temblor...” (Flp. 2:12).

Elimine la fricción constante. ¿Constantemente hay fricción en su hogar? “Las obras de la carne son evidentes... pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones… envidias...” (Ga. 5:19-21). “Si alguien enseña una doctrina diferente y no se conforma alas sanas palabras, las de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la piedad, está envanecido y nada entiende, sino que tiene un interés corrompido en discusiones y contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, y constantes rencillas entre hombres de mente depravada, que están privados de la Verdad...” (1 Tim. 6:3-5).

No contradiciendo. “Pero rechaza los razonamientos necios e ignorantes, sabiendo que producen rencillas. El siervo del Señor no debe ser rencilloso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido” (2 Tim. 2:23-24). “Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos en todo, que sean complacientes, no contradiciendo” (Tt. 2:9).

Lento para enojarse. Ha escuchado a algunos decir que, ya que Jesús estaba enojado y volteó las mesas en el Templo, nosotras podemos estar enojadas. Pero la Escritura dice: “Pero que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira; pues la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (St. 1:19-20).

Dos de ustedes se ponen de acuerdo. Debe tratar de encontrar el área de acuerdo en lugar del punto de desacuerdo. “Además les digo que si dos de ustedes en la tierra se ponen de acuerdo sobre cualquier cosa que pidan aquí en la tierra, les será hecho por mi Padre que está en los cielos” (Mt. 18:19).

¡Dios es muy específico acerca de cómo debemos contestar!

¿Medita cómo responder? Cuando el enojo o la ira es dirigida hacia nosotras, Dios nos dice la respuesta que debemos dar para glorificarlo a Él como Cristianas. “La suave respuesta aparta el furor, pero la palabra hiriente hace subir la ira” (Pr. 15:1). “El corazón del justo medita cómo responder, pero la boca de los impíos habla lo malo” (Pr. 15:28).

¿Responde antes de escuchar? ¿Cuántas veces ha intervenido antes de escuchar lo que decía la otra persona? “Es una necedad y una vergüenza responder antes de escuchar” (Pr. 18:13 DHH). “Con la mucha paciencia [una expresión facial adecuada] se persuade al príncipe, y la lengua suave quebranta los huesos” (Pr. 25:15). (O “palabra amable” en la NTV).

Esté contenta - ¡NUNCA murmure ni se queje!

Sin quejas ni contiendas. Aún cuando no continuemos peleando con la otra persona, podemos seguir murmurando o discutiendo entre labios o a espaldas de la otra persona. “Por falta de leña se apaga el fuego, y donde no hay chismoso, se calma la discusión” (Pr. 26:20). “Háganlo todo sin quejas ni contiendas” (Flp. 2:14 NVI). (“Sin murmuraciones ni discusiones” en la NBLA).

Aprenda a estar contenta. “No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación” (Flp. 4:11). “...contentos con lo que tenéis, porque Él mismo ha dicho: “Nunca te dejaré ni te desampararé” (Hb. 13:5-6). (Mi difunta abuela Brown fue una mujer que demostró este fruto de contentamiento. No importaba lo que estuviera haciendo, fregando el piso con las manos y de rodillas o haciendo su trabajo manual, ella estaba feliz. Nunca se quejó. Dijo que nunca pensó en dónde ella preferiría estar ni lo que preferiría estar haciendo). “Pero la piedad, en efecto, es un medio de gran ganancia cuando va acompañada de contentamiento” (1Tim. 6:6).

No quebrante el espíritu. Proverbios también nos dice lo que nuestro hablar puede hacerle al espíritu de nuestros esposos. “La lengua apacible es árbol de vida, pero la perversidad en ella quebranta el espíritu” (Pr. 15:4). La definición de perversidad es “obstinado”.

Su lengua: ¡Pequeña, pero mortal!

Encendida por el infierno. “Así también la lengua es un miembro muy pequeño del cuerpo, pero hace alarde de grandes hazañas. ¡Imagínense qué gran bosque se incendia con tan pequeña chispa! También la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Siendo uno de nuestros órganos, contamina todo el cuerpo y, encendida por el infierno, prende a su vez fuego a todo el curso de la vida” (St. 3:5-6 NVI).

Ambos bendición y maldición. “Pero nadie puede domar la lengua. Es un mal irrefrenable, lleno de veneno mortal. Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, creadas a imagen de Dios. De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así.  ¿Puede acaso brotar de una misma fuente agua dulce y agua salada?” (St. 3:8-11 NVI). “Porque ninguna cosa será imposible para Dios” (Lc. 1:37).

Guardaré mi boca como con mordaza. He aquí un pensamiento sobrio: “Aun antes de que haya palabra en mi boca, Oh Señor, Tú ya la sabes toda” (Sal. 139:4). “Yo dije, ‘Guardaré mis caminos, para no pecar con mi lengua; guardaré mi boca como con mordaza” (Sal. 39:1).

¿Qué piensa Dios de una lengua mentirosa?

Una abominación para Él. No tenemos idea de cómo nuestras mentiras pueden afectar nuestros testimonios como creyentes. “La lengua apacible es árbol de vida, pero la perversidad en ella quebranta el espíritu” (Pr. 15:4). “Seis cosas hay que el Señor odia, y siete son abominación para Él: Ojos soberbios, lengua mentirosa...” (Pr. 6:16-17).

Seis cosas que odia el Señor. Sigamos leyendo más versículos en Proverbios que nos dicen más acerca del mentir. “Seis cosas hay que el Señor odia, y siete son abominación para Él: Ojos soberbios, lengua mentirosa, manos que derraman sangre inocente,...” (Pr. 6:16-17). La mayoría de nosotras estamos a favor de la vida; aún así, ¿nos hemos tomado el tiempo para ver lo que este versículo nos está diciendo? Dios no sólo odia las mentiras y piensa que es una abominación, sino que ¡Él también compara a un mentiroso con un abortista! “Libra mi alma, Señor, de labios mentirosos, y de lengua engañosa” (Sal. 120:2).

El padre de la mentira. ¡Nosotras nunca querremos mentir ya que el diablo es el padre de la mentira! “Ustedes son de su padre el diablo y quieren hacer los deseos de su padre. Él fue un asesino desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira” (Jn. 8:44).

¿Qué tiene que ver el habla con el abuso?

Llama a los golpes. ¿Cuántas veces hemos de hecho incitado a nuestros esposos con nuestras palabras crueles u observaciones mordaces? “El necio charlatán será derribado” (Pr. 10:8). “Los labios del necio provocan riña, y su boca llama a los golpes” (Pr. 18:6).

Guarda su boca. “El que guarda su boca preserva su vida; el que mucho abre sus labios termina en ruina” (Pr. 13:3). Cuando es rápida para juzgar, despreciar y retar a su esposo, puede ser llevada a los golpes. En cambio, guarde silencio. “La suave respuesta aparta el furor, pero la palabra hiriente hace subir la ira” (Pr. 15:1).

Resumiendo:

  1. Vigile cuánto dice – con muchas palabras la trasgresión es inevitable. En cambio, deje que su comunicación sea “Sí, sí” o “No, no” – cualquier cosa más de esto llevará al mal.
  2. Sea cuidadosa con lo que dice – por sus palabras usted será justificada, ¡y por sus palabras será condenada! Mujeres, sean sumisas a sus propios esposos, de manera que cuando ellos sean desobedientes a la Palabra, ellos sean cambiados sin una palabra por su comportamiento casto y respetuoso.
  3. Si la curación es necesaria, recuerde que un corazón alegre es buena medicina, las palabras agradables son un panal de miel, dulces al alma y salud para los huesos, y la dulzura de palabras aumenta la persuasión.
  4. No discuta – ¡póngase de acuerdo con su adversario rápidamente!
  5. Piense antes de contestar. Dé una respuesta gentil, pondere (piense un momento) cómo debería contestar, ¡y no conteste antes de escuchar, porque es necedad y vergüenza!
  6. Tómese el tiempo para aprender a estar contenta. El contentamiento es un atributo aprendido. Debe aprender a estar contenta en cualquier circunstancia en que se encuentre.
  7. Caminando en el Espíritu. Lo que nos sea fácil de hacer en la carne, es de la carne. Lo que sea difícil de hacer y requiera que recurramos de la fuerza del Espíritu Santo, es caminar en el Espíritu. “Digo pues: anden por el Espíritu y no cumplirán el deseo de la carne... éstos se oponen el uno al otro, de manera que ustedes no pueden hacer lo que deseen” (Ga. 5:16-17).


Esforcémonos primero por parecer sabias al mantenernos calladas.

Enseguida asegurémonos de que cuando abramos nuestras bocas

sea con sabiduría, con gentileza y para edificación.

Dejemos que nuestras palabras sean dulces y gentiles.

Seamos una “corona” para nuestros esposos y

“preciosas” a la vista de Dios.

 

¡Qué Dios esté con usted mientras se esfuerza en ser más como Cristo!

Compromiso personal a abrir mi boca con sabiduría y bondad. “Basada en lo que he aprendido de la Palabra de Dios, me comprometo a permanecer callada, a esperar antes de contestar, y a ser dulce en todas mis palabras”.

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Como "Asímismo las ancianas ... enseñen lo que es bueno, para que INSTRUYAN a las jóvenes ..." (Tito 2: 3) Tendrá la oportunidad de hablar con las mujeres más jóvenes que todavía están solteras como parte de su ministerio ".

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