Lea el Testimonio de matrimonio RESTAURADO
GANADO Sin Palabras"

Este testimonio fue tomado de uno de nuestros muchos
libros por palabra de sus Testimonios
para ayudarle a
superar cualquier duda o el miedo  en
la capacidad de Dios y el deseo de
restaurar su matrimonio!

Capítulo 9 "Un Espíritu Suave y Apacible"

sino que sea lo que procede
de lo íntimo del corazón,
con el adorno incorruptible de un
espíritu tierno y sereno,
lo cual es precioso delante de Dios
—1 Pedro 3:4

ESP-NEW-WRYM-COVER-Front

Las mujeres bulliciosas son comunes hoy en día. Bullicioso es definido como “en voz ofensivamente alta e insistente”. Esto no solamente es aceptado sino animado mediante los medios de comunicación.

Tristemente, esta conducta se ha permeado en la iglesia y en los cristianos hoy día. ¿Hay alguna duda de por qué la tasa de divorcio es ahora más alta en la iglesia que en el promedio nacional?

Una mujer con un “espíritu suave y apacible” se dice que es pisoteada. Se le dice que su esposo no la respetará si no se defiende a sí misma.

Los esposos aún les dicen a sus propias esposas que les respondan en las peleas o que se defiendan a sí mismas, y al mismo tiempo siguen con el divorcio y se quedan con la otra mujer. Dios dice que un espíritu suave y apacible es precioso para Él, y por lo tanto, es el único camino hacia la sanidad y la restauración.

Sin embargo, cuando un esposo se extravía de la verdad y cae en pecado, usted escucha a cristianos, aún a pastores, aconsejar a sus esposas para usar “amor firme” a pesar de que no es bíblico y destruye matrimonios. Adicionalmente, resulta en un “corazón endurecido”, que inevitablemente resulta en una esposa que no está dispuesta a perdonar a su esposo. Porque solamente un corazón de carne, un corazón tierno es capaz de perdonar.

En este capítulo vamos a buscar la verdad al respecto al amor firme y la sanidad que viene a través del perdón.

¿Amor firme?

 El amor es paciente. Dios nos da una descripción de amor. Vea si usted puede encontrar la palabra “firme” o alguna palabra remotamente similar. “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante. No se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido. El amor no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser…” (1 Corintios 13:4–8).

Este versículo prueba que no hay lugar para el “amor firme” en un matrimonio, de ningún lado. El amor que Jesús vivió y al que nos llama es “difícil” de vivir, pero nunca “duro” en respuesta a otro a quien amamos.

Esto les mando. Otra frase muy popular en la iglesia hoy en día es: “El amor es una elección”. Lea conmigo los siguientes versículos para ver si Dios dice que podemos “elegir” amar o si Dios nos manda que lo hagamos así, como seguidores de Cristo. “Esto les mando: que se amen los unos a los otros” (Juan 15:17). Sí tenemos una elección: el obedecer el mandamiento o no. Esto no es exactamente lo que los psicólogos cristianos nos están diciendo, ¿o sí?

Ama a tus enemigos. Nuestros amigos nos animan a “protegernos a nosotras mismas” o a “no amar a los que son difíciles de amar” ¿Debemos amarlos o no? “Pero a ustedes los que oyen, les digo: amen a sus enemigos; hagan bien a los que los aborrecen; bendigan a los que los maldicen; oren por los que los insultan” (Lucas 6:27–28).

En este pasaje, Dios es aún más claro. Él aún amonesta a quienes sólo aman a los que son fáciles de amar: “Pero Yo les digo: amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen... Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa tienen? ¿No hacen también lo mismo los recaudadores de impuestos?” (Mateo 5:44–46).

Dé lugar a la ira de Dios. En el libro que nos habla acerca de ser “firmes” con nuestros cónyuges, se nos dice que confrontemos, que causemos una crisis. En otras palabras, que tomemos las cosas en nuestras manos. ¿Qué nos instruye Dios que hagamos?

“Gozándose en la esperanza, perseverando en el sufrimiento, dedicados a la oración... Bendigan a los que los persiguen. Bendigan, y no maldigan... Nunca paguen a nadie mal por mal. Respeten lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto de ustedes dependa, estén en paz con todos los hombres. Amados, nunca tomen venganza ustedes mismos, sino den lugar a la ira de Dios, porque escrito está: ‘MÍA ES LA VENGANZA, YO PAGARÉ’, dice el Señor” (Romanos 12:12, 14, 17–19).

Él no amenazaba. Se puede preguntar a usted misma “¿Por qué tengo que soportar tal sufrimiento, sin siquiera tener la satisfacción de la venganza?” Lea la explicación de Dios para su sufrimiento:

“Porque para este propósito han sido llamados, pues también Cristo sufrió por ustedes, dejándoles ejemplo para que sigan Sus pasos... y quien cuando lo ultrajaban, no respondía ultrajando. Cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a Aquel que juzga con justicia” (1 Pedro 2:21,23).

Vence el mal con el bien. “‘Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber, porque haciendo esto, carbones encendidos amontonarás sobre su cabeza’. No seas vencido por el mal, sino vence el mal con el bien”. (Romanos 12: 20–21).

Dichosos son los humildes. Si usted no toma los asuntos en sus propias manos y toma una posición “firme”, otros (aún los cristianos) le dirán que usted es pisoteada. Sin embargo, déjeme recordarle quiénes dijo Jesús que eran dichosos. “Bienaventurados los humildes, pues ellos heredarán la tierra” (Mateo 5:5). Jesús eligió dar su vida y permitió que sus enemigos lo agarraran. ¿Debemos seguir sus pasos o no?

La justicia de Dios. La gente puede aún recordarle cuando Jesús volteó las mesas en el templo. Ellos usarán ese ejemplo para decirle que usted está “en lo correcto” al enojarse con otros. Dios dice que Él es un Dios celoso. ¿Podemos ser celosas también? “Esto lo saben, mis amados hermanos. Pero que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira; pues la ira del hombre no obra la justicia de Dios” (Santiago 1:19–20).

Que usted no haga las cosas que usted quiere. Cuando tenemos un impulso de hacer o decir algo a alguien que no tiene nada que ver con mansedumbre, estamos caminando en la carne y no en el Espíritu. “Digo, pues: anden por el Espíritu, y no cumplirán el deseo de la carne” (Gálatas 5:16).

“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues estos se oponen el uno al otro, de manera que ustedes no pueden hacer lo que deseen... Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley” (Gálatas 5:17, 22–23). “Y así como quieran que los hombres les hagan a ustedes, hagan con ellos de la misma manera” (Lucas 6:31).

La amabilidad de Dios. Es un engaño el pensar que confrontando y siendo poco amables y firmes cambiaremos a la otra persona. Si eso funciona, ¿por qué Dios usaría la amabilidad para traernos al arrepentimiento? Los pecadores no pasan al frente para aceptar al Señor porque ellos piensan que van a ser criticados o regañados, ¿lo son? ¿O tienes en poco las riquezas de Su bondad y tolerancia y paciencia, ignorando que la bondad de Dios te guía al arrepentimiento?” (Romanos 2:4).

Nadie verá al Señor. Otra razón extremadamente importante para que tenga un espíritu suave y apacible cuando trate con su esposo (u otros) es que debemos permitir a otros ver a Cristo en nosotras. “Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14).

No piense que puede actuar amable con su esposo, pero actuar horrible con sus hijos, padres o compañeros de trabajo. Dios la está mirando y Él es quien cambiará el corazón de su esposo. Nada está escondido de Sus ojos. No olvidemos que Él está mirando nuestros corazones; por lo tanto, aún si usted trata de controlar su enojo, ¡Él está mirando más profundamente! Debe “morir a sí misma”.

El ministerio de la reconciliación. Somos los embajadoras de Cristo en la reconciliación. “Y todo esto procede de Dios, quien nos reconcilió con Él mismo por medio de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación; es decir, que Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo con Él mismo, no tomando en cuenta a los hombres sus transgresiones, y nos ha encomendado a nosotros la palabra de la reconciliación” (2 Corintios 5:18-19).

“Por tanto, somos embajadores de Cristo, como si Dios rogara por medio de nosotros, en nombre de Cristo les rogamos: ¡Reconcíliense con Dios!” (2 Corintios 5:20).

También puede ser tentada. La siguiente Escritura nos advierte acerca de cuando no somos gentiles con quienes han pecado contra nosotras. “Hermanos, aun si alguien es sorprendido en alguna falta, ustedes que son espirituales, restáurenlo en un espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. Lleven los unos las cargas de los otros, y cumplan así la ley de Cristo” (Gálatas 6:1–2).

No sea que el Señor lo vea y no lo apruebe. Muchas mujeres han sido muy felices al ver a sus esposos “tener su merecido” cuando Dios los castiga con dificultades financieras u otras pruebas. Entonces ellas ven que las situaciones de sus esposos se recuperan. ¿Por qué pasa esto? “No te regocijes cuando caiga tu enemigo, y no se alegre tu corazón cuando tropiece; no sea que el Señor lo vea y le desagrade, y aparte de él Su ira” (Proverbios 24:17–18).

Hacedores de la Palabra. Es importante que aprendamos la verdad y estemos de acuerdo con lo que dicen las Escrituras, pero no debemos detenernos ahí. “Sean hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos... no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, este será bienaventurado en lo que hace” (Santiago 1:22, 25). “A aquel, pues, que sabe hacer lo bueno y no lo hace, le es pecado” (Santiago 4:17).

El error de los hombres sin principios. Dios nos ha advertido que nosotras no debemos escuchar o seguir a hombres que nos dicen algo contrario a las Escrituras. “Por tanto, amados, puesto que ustedes aguardan estas cosas, procuren con diligencia ser hallados por Él en paz, sin mancha e irreprensibles. Consideren la paciencia de nuestro Señor como salvación, tal como les escribió también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le fue dada... en las cuales hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inestables tuercen, como también tuercen el resto de las Escrituras, para su propia perdición. Por tanto, amados, sabiendo esto de antemano, estén en guardia, no sea que arrastrados por el error de hombres libertinos, caigan de su firmeza. Antes bien, crezcan en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo...” (2 Pedro 3:14–18).

El “amor firme” es incorrecto y totalmente contradictorio a las enseñanzas y al ejemplo de Jesús. Aprendamos, en lugar de eso, de Aquél que se describe a sí mismo como “apacible y humilde de corazón”. “Tomen Mi yugo sobre ustedes y aprendan de Mí, que Yo soy manso y humilde de corazón, y hallarán descanso para sus almas. Porque Mi yugo es fácil y Mi carga ligera” (Mateo 11:29-30).

Perdón

 Sólo una mujer con un corazón que es suave y apacible puede perdonar a su esposo. Sin embargo, muchas mujeres han sido engañadas y no perdonan a sus esposos porque ellas no entienden completamente las graves consecuencias de su falta de perdón. Busquemos en las Escrituras para ver lo que Dios dice acerca de perdonar a otros. Aquí están algunas preguntas que nos podemos hacer:

Pregunta: ¿Por qué debo perdonar a mi esposo y a los otros involucrados?

 Cristo también la ha perdonado a usted. Perdonamos porque Dios nos perdonó. “Sean más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, así como también Dios los perdonó en Cristo” (Efesios 4:32).

La preciosa sangre del pacto. Jesús derramó Su sangre por el perdón de los pecados—¡aún el perdón del pecado de su esposo! “Y según la ley, casi todo ha de ser purificado con sangre, y sin derramamiento de sangre no hay perdón” (Hebreos 9:22). “Porque esto es Mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos para el perdón de los pecados” (Mateo 26:28).

Reafirme su amor por él. Para aminorar las penas de los ofensores, “...ustedes más bien debieran perdonarlo y consolarlo, no sea que en alguna manera este sea abrumado por tanta tristeza. Por lo cual les ruego que reafirmen su amor hacia él” (2 Corintios 2:7–8).

Que Satanás no se aproveche de nosotras. Satanás puede usar la falta de perdón contra usted para tomar ventaja. “si algo he perdonado, lo hice por ustedes en presencia de Cristo, para que Satanás no tome ventaja sobre nosotros, pues no ignoramos sus planes” (2 Corintios 2:10–11).

Nuestro Padre no le perdonará a usted sus transgresiones. Dios dijo que Él no nos perdonará si nosotras no perdonamos a otros. “Porque si ustedes perdonan a los hombres sus transgresiones, también su Padre celestial les perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus transgresiones” (Mateo 6:14–15). “Así también Mi Padre celestial hará con ustedes, si no perdonan de corazón cada uno a su hermano” (Mateo 18:35).

Pregunta: Pero, ¿no debe estar arrepentido el ofensor para que yo lo perdone?

 Padre, perdónalos. Aquellos que crucificaron a Jesús nunca pidieron perdón; ni siquiera se arrepintieron por lo que estaban haciendo o por lo que habían hecho. Si somos cristianas, somos seguidoras de Cristo; por lo tanto debemos seguir Su ejemplo. “Y Jesús decía: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’” (Lucas 23:34).

Cuando estaban apedreando a Estaban, él clamó justo antes de que muriera: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado” (Hechos 7:60). ¿Podemos hacer menos de lo que él hizo?

Pregunta: Pero, ¿cuán a menudo espera Dios que yo perdone?

 Setenta veces siete. Muchas mujeres exclaman, “¡Pero mi esposo me ha hecho esto antes, a lo largo de todo nuestro matrimonio!” Cuando Pedro le preguntó cuán a menudo él debía de perdonar, Jesús le dijo: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete” (Mateo 18:22). ¡Eso es 490 veces la misma ofensa!

No lo recuerde. ¿El perdonar realmente significa que yo olvido el pecado, aún en una discusión, aún en el divorcio? “pues perdonaré su maldad, y no recordaré más su pecado” (Jeremías 31:34). “Como está de lejos el oriente del occidente, así alejó de nosotros nuestras transgresiones” (Salmo 103:12). “No devolviendo mal por mal, o insulto por insulto, sino más bien bendiciendo, porque fueron llamados con el propósito de heredar bendición” (1 Pedro 3:9).

Esté preparada; Satanás tratará de traer a su mente las viejas transgresiones aún después de que las ha perdonado. Cuando él lo haga, usted debe perdonar de nuevo. Muchas mujeres cuyos esposos les han sido infieles, aún después de que sus esposos han regresado al hogar, han experimentado esas “imágenes en la mente de recuerdos”, casi como traumas de guerras “espirituales”. Ellas dicen que tienen que perdonar continuamente, algunas veces diariamente.

Pregunta: ¿Cómo es posible que yo perdone como Dios me ha pedido en Su Palabra que lo haga?

 Solamente Dios. Sólo Dios puede ayudarle a hacerlo. Usted se debe humillar a sí misma y pedirle que le dé la gracia. “¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?” (Marcos 2:7).

Pida. “...No tienen, porque no piden” (Santiago 4:2). Pídale a Dios que perdone a su esposo a través de usted mientras se entrega a Él.

Dios da gracia a los humildes ¿Cómo obtengo la gracia que necesito? “Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes. Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él los exalte a su debido tiempo” (1 Pedro 5:5–6).

Humillen sus corazones. ¿Cómo puedo ganar humildad? “Porque fueron rebeldes a las palabras de Dios y despreciaron el consejo del Altísimo; humilló sus corazones con trabajos, tropezaron y no hubo quien los socorriera. Entonces en su angustia clamaron al Señor y Él los salvó de sus aflicciones” (Salmo 107:11–13).

“Pero yo, cuando ellos estaban enfermos, vestía de cilicio; humillé mi alma con ayuno, y mi oración se repetía en mi pecho” (Salmo 35:13). Algunas veces puede ser a través de la enfermedad como Él la calla y humilla. No lo combata, ¡ese es Dios trabajando!

Primero reconcíliate con tu hermano. ¿Cuándo necesito perdonar a aquellos que me han lastimado? ¿No debería primero tener convicción acerca de esto? “Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” (Mateo 5:23–24). Si usted no ha perdonado a alguien, especialmente a su esposo, usted necesita perdir perdón.

Amargura. El no perdonar a alguien causa amargura. La definición de amargura es “¡veneno!” “Sea quitada de ustedes toda amargura, enojo, ira...” (Efesios 4:31). El no perdonar a alguien la está devorando a usted, ¡no a la otra persona! “El corazón conoce su propia amargura...” (Proverbios 14:10). “Pues Él conoce los secretos del corazón” (Salmo 44:21).

Un hermano ofendido. Asegúrese de seguir las directrices de las Escrituras. He escuchado a muchas que han dicho que las cosas en realidad salieron peor cuando ellas pidieron perdón o que no sirvió para nada. Puedo hablar por experiencia propia. En ocasiones, cuando he pedido el perdón de otros, lo he articulado de la manera incorrecta y he ofendido más a la otra persona. “El hermano ofendido es más difícil de ganar que una ciudad fortificada” (Proverbios 18:19).

Agradar a los hombres. Tenga presente que usted puede engañar a su esposo, pero Dios sabe los motivos de su corazón. “pero el Señor mira el corazón” (1 Samuel 16:7). “…Con la sinceridad de su corazón, como a Cristo; no para ser vistos, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, haciendo de corazón la voluntad de Dios” (Efesios 6:5–6).

Cada palabra ociosa. ¡Prepare cada palabra que dirá! Cada palabra que diga debe ser cuidadosamente escogida. “El necio no se deleita en la prudencia, sino solo en revelar su corazón” (Proverbios 18:2). “Pero Yo les digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán cuenta de ella en el día del juicio” (Mateo 12:36).

Intente escribir lo que va a decir. Luego lea lo que escribió en voz alta, poniéndose en los zapatos de la otra persona, y escuchándolo desde el punto de vista de esta persona. ¿Sonaba acusador? Pídale a Dios que le dé las palabras correctas en su boca y que hable a través de usted.

Muchas palabras “En las muchas palabras, la transgresión es inevitable, pero el que refrena sus labios es prudente” (Proverbios 10:19). Sólo diga lo que usted hizo; no llene el ambiente con algo como, “cuando usted hizo tal o tal, entonces yo…”

Él no amenazaba. Si la otra persona comienza a lanzar golpes a diestra y siniestra, no abra su boca para otra cosa que no sea el estar de acuerdo. “y quien cuando lo ultrajaban, no respondía ultrajando. Cuando padecía, no amenazaba...” (1 Pedro 2:23).

Cada palabra ociosa. El hijo pródigo preparó sus palabras después de su decisión de regresar a su hogar: “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: ‘Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; hazme como uno de tus trabajadores’” (Lucas 15:18–19).

¡Asegúrese de que sus palabras sean suaves y amables todas las veces que usted tenga la oportunidad de ver a su esposo! Recuerde, “la dulzura de palabras aumenta la persuasión” (Proverbios 16:21). “Panal de miel son las palabras agradables, dulces al alma y salud para los huesos” (Proverbios 16:24).

Pregunta: ¿Cómo puedo estar segura de que he sido verdaderamente perdonada?

 Sabrá y tendrá la confianza de que ha sido verdaderamente perdonada cuando su pecado y su debilidad se presenten tan enormes delante de sus propios ojos que le sea difícil ver los pecados y las debilidades de su esposo. Usted estará ciega ante sus errores pasados, presentes y futuros.

Cuando las mujeres escriben o hablan acerca de algo que su esposo está haciendo mal, entonces yo sé que ellas están lejos de la restauración. Muchas de las que han estado buscando restauración no ven progreso porque ellas han fallado en tomar la responsabilidad completa de sus pecados cometidos en el matrimonio, los cuales causaron la separación, el divorcio o el adulterio.

Ellas, en error, quieren “compartir” su parte en esto, lo cual es su propia destrucción. Jesús tomó la responsabilidad completa y absoluta y cargó todos nuestros pecados. Nosotras, también, debemos tomarlo y cargarlo todo. Entonces, como creyentes, podemos buscar al Señor y depositar nuestros pecados a los pies de la cruz, sabiendo que nuestra deuda ha sido pagada.

Además, si todavía está irritada por lo que su esposo dice, hace o no hace, o lo que es peor, se enoja, entonces no lo ha perdonado; la ira es una afección cardíaca mortal que aparece en una prueba.

Compromiso personal: desear y esforzarse por ser suave y apasible. “Basada en lo que he aprendido de la Escritura, me comprometo a hacer todo lo que he aprendido siendo rápida para oír y lenta para hablar; a perdonar a aquellos que me han ofendido y a hacer todo lo que yo pueda hacer para reconciliarme con aquellos a quienes he ofendido”.

Si está lista para comprometerse con DIOS a terminar el curso, AL HACER CLIC AQUÍ ha aceptado, y está lista para documentar este primer paso de su Viaje de Restauración en su formulario "Notas de mi viaje de restauración". Tómese su tiempo, siéntese, tome su café o té y vierta su corazón en su Diario.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *